domingo, 4 de enero de 2009

El Geisho



Siempre lo vi como un niñito sin resolver, el mismo que un día decidiò arrojarse contra mì de la manera màs torpe y a la vez tierna, no fué una caricia sino un estrellón, un beso demasiado inseguro y una mano nerviosa.
Con el tiempo me confesó que aún era virgen, cosa divertida pensè, asì que un dia de manera clandestina entrè a su mundo, de juguetes en el piso y cama testigo de milenarias masturbaciones. Abriò la puerta con rubor en las mejillas y entrè con la seguridad de estar en un burdel muy a mi manera, guiàndome por las escaleras me tomò de la mano y pasamos el umbral de su hombrìa. Aùn no sabia como proceder, asì que me sentè en el lecho mientras observè una de las màs bellas conjunciones que la naturaleza me habia regalado, 20 centìmetros de seguridad, esta maravilla tuvo que ser sacada de sus pantalones por mi mano a lo que èl observò con mucha curiosidad, cuando lamì todo su cuerpo pude ver como la electricidad pasaba por su espina dorsal hasta cuando se atreviò a mirarme como hacìa lo mio. Seguia inquieto por comprender el misterio de una mamada, pero no quiso ver un beso testicular, y tal como alguna vez le debieron hacer, me destetò.
Acto seguido tuve la delicia de desnudarlo, ver como la piel sin error alguno se habia bronceado para mi deleite y sentir un olor a sus colonias de infante que se fundía con su glorioso almizcle. Me dediquè a lamerlo, palmo a palmo, y solo escuchaba dudas inquietas por parte de èl, me preguntaba si lo hacia bien, y cometì el peor error; le dije que era el mejor.
Pero su inquietud no quedaba allì insistiò en que le contara sobre el sabroso misterio del punto G y deseosa por develarselo me tumbè en sus sàbanas de batman para guiarle el dedo del corazòn a la cima del universo, màs bien, mi monte de venus. Èl,atolondrado siguiò las instrucciones a la perfecciòn y sus sentidos se agudizaron cuando me oyò gemir por primera vez al mismo tiempo que le pedia màs velocidad, me daba màs fuerte. Preguntaba si ese era el punto, la zona rugosa que le habia señalado, esa era, era mi crio un genio, pero el egoismo no me dejò decirselo. El masaje uterino estaba en su màxime mientras mis piernas temblaban, se advino ante mi boca para regalarme otro de sus torpes besos, pero esta vez con un plus, me mordiò con firmeza los pezones, el dolor fuè maravilloso, lo cual me encantò. Luego de esto, les diò un suave beso, para disimular lo enrojecidos que quedaron, saboreandolos sin dejarlos de halar y mordisquear, solo para verme reducida a un celo eterno, siempre recriminandome el porquè no me quedaba con èl.
Con su ego herido ante esta negativa tuve un regalo dentro de mi que contoneaba ràpidamente, lo tomè de las caderas para llevarlo a mi ritmo, el èxito no es taladrar sino excavar.
Empapada y concentrada en mi elevè mi pelvis para que el roce cada vez fuese más intenso, entonces cuando el clìmax se aproximaba lo halè bastante fuertè hacia mi, me dijo que sentìa raro, como si me lo fuera a tragar, no sabìa que el gran O se acercaba, entonces el silencio de la calentura nos abrazò, para que gritara cuan feliz era, èl solo sintiò la presencia de unos ajenos a mi que para èl eran propios y tapò mi boca con su mano, la cual inconscientemente mordì mientras lo encadenaba a mis piernas y sentìa el deseo de devorarmelo en ese sacro orgasmo.
Asustado revisò, falsa alarma, no habia nadie. Me pidiò que le diera la calificaciòn, luego de tanto recreo tuve un largo silencio,creo que no le gustò.Entonces quiso asì complacerme en una cosa màs, èl queria ser inolvidable, dije que las geishas eran memorables, explicandole el porquè.
Luego de esto, como buen alumno me bañò, divertida dejè que secara y vistiera mi cuerpo. No sin antes masajearme la pelvis con su lengua, el maldito tiempo no estaba de mi lado.
Al final antes de irme, solo le dejè su nuevo nombre...EL GEISHO

sábado, 3 de enero de 2009

Crucificción Quiteña

En medio de su duda jadeante sobre mí, sentí los latidos fortísimos de su ser y una frase entre el hilo del placer y el ego "¿Estoy demasiado viejo para ti?".
Mi sonrisa no se hizo esperar ni mucho menos un piadoso no. La ecuación era simple, seres resumidos a su salvaje desnudez, con el máximo de los tabúes dentro de si...queriamos que todo fuera soledad,silencio y quietud para destacar en la horizontalidad. Los choques fueron ciertos, un hombre maleducado por prostitutas salió a la luz cuando escuché un "Quítate la ropa", no era un juego de rol, no era un trabajo, era una de mis tantas aventuras profanantes de la monogamia.
Me sentí extraña...con ganas de corregir la torpeza al tacto, pero pensé que su graciosa corporalidad no se merecia un juego de verdad. El velo de la desnudez se corrió y la más grande curiosidad satisfice al ver que me dedicaba una erección...y si, el pene dentro de mi es placentero, fuera de mi...Gracioso.Es como la reducción de miles de años de virilidad resumida en unos escasos centímetros, es ver el destino de una nación en mi mano, es sentir como caen fronteras y guerreros se rinden...es ver 1.90 metros de arrogancia reducida ante mis ojos.
Acto seguido...me sentí como una esposa, de esas que creen que la abstienencia es la madre de la santísima trinidad, recostados en la cama, gracioso esperar que siguiera al acecho....Ay, que decadente. Me tomó con su largo brazo inspeccionando lentamente mis nalgas, confiando en haber dado bien la orden de desnudarme, se acercaba lentamente al perineo...llega a mi glorioso sexo mientras me da un leve beso...Decepción querido lector, decepción lo hace en mi boca superior no en la inferior y expectante espero un masaje clitoridiano, pero se detiene al verse intimidado por ver mi extraño look porno lampiño...Mierda yo en que me metí!!!
Bueno, el toque clitoridiano fué fugaz, inexistente, y lo veo erecto...Que arroje la primera piedra la mujer que diga que verlos así no es gracioso...Jejejeje, hasta empodera.
Si, todo un indio, un cholo, la cosa más primitiva con la sangre circulando única y exclusivamente hacia el glande...Quiere penetrarme, por favor, hombre no estoy lubricada, pero insiste, así que tomo su miembro y juego con su cabeza entre mi vulva, una leve humedad se va acercando, por reflejo los pezones hacen lo suyo, él insiste y con dialécto de camionero me susurra un "mételo".
Sodomizada obedezco, la entrada homófonamente es ardiente, suena igual, pero no significa lo mismo...y el conteo de la base empieza, en susurros nos fundimos, cierro los ojos y en un momentó los abrí para decirle "Voyerista" en medio de un gemido.La lucha continua, él quiere morderme para marcarme, cree que así evito tener otro amante, yo le rasguño la espalda, imposible que su esposa no las note. Un par de bestias al acecho. Tengo que rescatarle un movimiento que me gustaba, me tomaba de las nalgas para empujarme dentro de si, luego lenta y circularmente hacia cada vez más y más lentas las penetraciones, eran una exquisita tortura.La peor arma,la eyaculatoria instantanea eran mis diálogos en el sexo, al hombre latino le han enseñado que correrse es lo mejor, falso, entre más se demoren en esto es mejor. Así que mientras se concentraba en no eyacular, le decia si me gustaba lo que hacia o lo que no. Y plop! caia medio muerto entre mis senos, con la espalda brotando sudor y algo de sangre, los ojos hundidos, la boca seca, a los 10 minutos siguientes hacia el interrogatorio de parte, el que siempre contesté con monosílabos, el mismo que él mataria porque le devolviese las preguntas, esa era la real tortuta, LA DUDA.
En la decadencia de los encuentros lo sentía tan básico que era capaz de predecir su duración en el coito, máximo si andaba abstinente y visceversa. En el clímax del mismo, donde se estaban fundiendo los dolores uno a uno, cuando la crucificción me estaba agradando, lo dejé. Para así sentir más y más dolor.